Entre húmedos y brumas
conviven desconfiados hombres
recelosos de su pasado
de mirar inquieto atemorizado.
Son los que duermen con ojos cansados
de tanto luchar en pos de conseguir
la tarea por la cual fueron engendrados.
Hombres rudos, de llorar nunca imaginado
de apariencia fuerte y bien cuidados,
de principios a toda prueba nunca tranzados.
Sobreviven en manadas bien organizadas.
Sociedades por conveniencias estructuradas.
Son felices a su manera
en tanto no cuestionen
al interior del alma lo que sienten
cuando el tiempo indolente
carcome insaciable todo vestigio de amor
Confundido entre razón y pasión
en ese triste momento
derrotado y humillado por si mismo,
por instinto
vuelve a su origen natural
al principio básico de la vida
sentir , soñar
amar y sufrir por amar.
Son cosas de mujeres.
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