El pintor chileno Arturo Miranda inaugura mañana a las 20 horas en el Club Diario de Ibiza una exposición en la que hace un balance de su producción desde que llegó a Eivissa hace 20 años. La muestra lleva como título `Impecable room´, en alusión a los muebles y objetos cotidianos que retrata el artista con su estilo peculiar, una especie de impresionismo cómico, con un colorido muy encendido.
EIVISSA | PEP RIBAS La sala de exposiciones del Club Diario de Ibiza exhibirá a partir de mañana la producción más reciente del pintor chileno afincado en Eivissa Arturo Miranda, una muestra con la que el artista pretende celebrar el vigésimo aniversario de su llegada a Eivissa, en mayo de 1988.
«Creo que es una ocasión única para ver una exposición mía, ya que probablemente sea la última», confiesa el artista, aunque no parece demasiado convencido. A juzgar por las obras que se podrán ver a partir de mañana y hasta el 28 de noviembre, de 17,30 a 21 horas, a estas alturas su pintura sigue mostrando una gran vitalidad artística.
Miranda recuerda su llegada a la isla a los 28 años, cuando pasó por Eivissa mientras realizaba un viaje. «Llegué en barco y me pareció un lugar muy guapo. Al venir de otro lugar donde existen muy pocas construcciones antiguas, tuve una visión especial», comenta. Y se quedó a vivir en la isla.
Entre 2004 y 2007 ha realizado dos viajes a Chile, donde también ha pintado, y parte de su reciente producción chilena se podrá ver en el Club Diario. Además, presenta obras que ha rescatado de las que ha pintado en las dos últimas décadas en Eivissa, y que son un reflejo de la temática que a él siempre le ha gustado pintar y quiere seguir pintando: los interiores de su estancia, los muebles que le rodean, la cómoda, la silla, el taburete, el gato, la bombilla, el jamón colgado, el televisor,...
La muestra lleva como título `Impecable room´. Unas 25 pinturas al óleo acrílico o mixto en las que los colores (rojo, azul, verde) suelen ser muy intensos y en las que se muestran sus temas de siempre presentados de una forma que daría qué hablar a cualquier psicoanalista. Su trazo recuerda al de un dibujante de cómic. Pero cada mueble, cada imagen que se repite encierra una historia personal que no tiene reparos en reconocer.
Entre estas imágenes, la de la mesa con un cajón abierto. «Yo, de niño, hacía mucha vida debajo de la mesa, era mi refugio -confiesa-. En mi país suele haber terremotos y, cuando se producían, me solía agazapar debajo de la mesa y allí me sentía protegido». Fue su hábitat de pequeño y la mesa (en el suelo, colgada en el techo, volando,...) le ha acompañado siempre en sus pinturas.
El abuelo ebanista
También la cómoda que aparece repetidamente en muchos de sus cuadros ha convivido con él durante toda su infancia y su juventud. Y la caja que siempre aparece abierta es una herencia de otro Arturo Miranda, su abuelo ebanista, a quien él no conoció, pero la caja en la que se guardan sus secretos sigue presente en sus cuadros. Como la silla que diseñó originalmente el artista de la madera.
El arte de Arturo Miranda pintor es el reflejo de lo cotidiano, de lo que siempre le rodea y de lo que se sirve para expresarse. Otros temas surjen directamente de los sueños, como las escaleras sin baranda que aparecen con frecuencia.
Miranda confiesa que el primer pintor que le impresionó fue Van Gogh, y la afirmación no extrañará a nadie al contemplar sus cuadros. Empezó su trabajo artístico en Chile, haciendo instalaciones. «En aquel momento, las mesas y las sillas eran reales», apunta.
Con el transcurso del tiempo estos muebles, esta habitación impecable, le siguen rodeando de forma virtual.
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